Ver amanecer, mirar las estrellas, decirte te quiero mirando a los ojos o construir un castillo de arena legendario, son algunos de los deberes que Manuel Gordillo, o como lo conocen sus alumnos “Profe Manolo”, ha escrito en su libro “Deberes de vida”.
Para un profesor puede que las prácticas del profe Manolo no sean tan disparatadas y novedosas, pero, ¿por qué para el resto de la sociedad sí? Él se muestra humilde ante el sorprendente impacto que tuvieron sus deberes para el verano. Él considera que no es el único que lo realiza, hay grandes profesores que se involucran en el aprendizaje de sus pupilos, que los motivan y que los animan a quererse a sí mismos.
Manuel, ¿crees que este tipo de deberes generan una visión negativa a los padres sobre el profesor?
Creemos que la calidad de la educación se encuentra en los contenidos que permiten llegar al nivel que exigimos, pero nos estamos olvidando de lo más importante: la diversidad. Todos somos distintos y tenemos que acercarnos más a modelos educativos que partan del individuo. No todo son los contenidos, el alumno tiene que estar por encima de todo.
¿Cuáles fueron los motivos por los que empezaste a mandar estos deberes?
Hay una idea muy sencilla para aprender y es que lo hacemos desde la emoción y lo que nos divierte. Yo quería mandar una serie de deberes donde se pudieran repasar cosas que habíamos estudiado, pero donde ellos se divirtieran. Por ejemplo, a través de la creación de polos puedes estudiar la materia. También, aunque parezca extraño, siento que cada vez los niños sienten más estrés por tantas obligaciones. Estamos obligándoles a realizar los mismos patrones que tenemos nosotros como adultos. Nos hemos olvidado de su obligación principal: jugar. Por eso hice este libro, cuando pones la palabra deberes sientes la obligación de realizarlo.
Muchos de esos deberes de vida van destinados a promover las relaciones con los amigos y familiares, ¿tú crees que actualmente estamos perdiendo ese contacto humano con nuestros seres queridos?
Cada vez tenemos menos tiempo en familia y el abuso de las nuevas tecnologías no ha facilitado esa relación, al contrario, las ha entorpecido. Nos hemos olvidado de todo lo que nos ofrece un abrazo, el contacto visual o la escucha activa ante un problema de un amigo. Cuando te acercas al niño, te das cuenta de que sus principales modelos son sus padres, no el profesor. Por eso, pasar tiempo con la familia donde se diviertan o compartir cómo se sienten, para mi era fundamental. Esos son los momentos que ellos atesoran con más fuerza.
Muchos de tus deberes van destinados a promover una buena alimentación y a realizar deporte, ¿cómo nos encontramos en esta materia actualmente?
Todo está relacionado, no se cuida la alimentación porque muchos niños no comen en casa y a veces las dietas de los comedores no motivan a probar cosas nuevas. Si a eso le sumas las nuevas tecnologías y la vida sedentaria que conlleva, tienes como resultado las altas tasas de obesidad infantil que tenemos. Por eso, en el libro, mando deberes como jugar, saltar o bailar, ¡necesitamos movernos!
Para un niño que ha aprobado todo el curso, que ha obtenido buenas notas ¿son necesarios esos cuadernos o dossieres para realizar en verano?
Yo mantengo la filosofía del equilibrio, es decir, el verano es el momento perfecto para pasar tiempo en familia, jugar y divertirse, pero se pueden repasar conceptos que se hayan estudiado a través de esa misma diversión. Por ejemplo, si sales a volar una cometa con tu abuelo te lo vas a pasar mucho mejor que si estás en casa haciendo cuentas. Lo que no se puede hacer, es utilizar esos “deberes” de los cuadernos como moneda de cambio para poder divertirse y jugar, ahí estás creando una relación negativa hacia el trabajo y el aprendizaje. Aun así, han cambiado mucho esos cuadernos que nos mandaban hace años, se han vuelto mucho más atractivos.
¿Deberes sí o deberes no?
Vuelvo a la filosofía del equilibrio. Todos somos diferentes, hay niños que no necesitan mucho esfuerzo y otros que en clase no han aprovechado el tiempo y tienen que llevarse trabajo a casa. Yo personalmente no suelo mandar deberes, porque creo que están bastante tiempo en clase y cuando están conmigo yo observo si lo están entendiendo o no. Los padres no tienen por qué saber lo que están haciendo los niños en la escuela para poder ayudarles, ese es nuestro trabajo.
De todos los deberes que has escrito, ¿cuál es tu favorito?
Para mí, el que más me gusta y el que promuevo, es el de creer en ti mismo. Los contenidos van y vienen, pero cuando un niño tiene una autoestima alta y seguridad en sí mismo, puede enfrentarse al mundo como quiera. Hay que apoyarles, escucharles, enseñarles a equivocarse y aprender de esa frustración.
Él, como consejo de vida para profesores, les anima a reflexionar sobre si lo que están haciendo hoy les ayudará a sus alumnos a ser más independientes y felices. Les propone que no repitan los mismos patrones de enseñanza que tuvieron con ellos cuando eran alumnos. De vez en cuando saltarse lo establecido ayuda a descubrir un mundo lleno de posibilidades.
Ojalá y a las generaciones anteriores, donde lo importante siempre era el currículo, los cuadernos de lengua y los problemas, nos hubiesen regalado un libro como “Deberes de vida”. Gracias profe Manolo, gracias por hacer visible el trabajo de miles de profesores que se esfuerzan por llegar a sus alumnos.