La sensación de desconocimiento y miedo ante nuevas situaciones son sentimientos que nos permiten estar alerta, pero ¿qué implicaciones tiene cuando se trata de un contexto educativo? El ajetreo de los nuevos alumnos y sus problemáticas y la colaboración de los familiares puede llegar a ser muy desconcertante para un profesor. Tras muchos años de experiencia dentro del aula, Pedro Uruñuela ha decidido profundizar de forma mucho más práctica en todos aquellos aspectos clave de la enseñanza que mejoran la convivencia.
Pedro Uruñuela tiene una larga trayectoria como docente, además de ser experto en la elaboración de propuestas creativas y alternativas sobre temas de convivencia. En su libro, La gestión del aula, pretende ofrecer herramientas útiles a todos aquellos profesores, novatos y experimentados, que deseen mejorar la convivencia y la relación con sus alumnos.
Pedro, ¿cuáles son los principales aspectos que debería tener en cuenta un profesor para conectar con sus alumnos y hacer frente a ciertas conductas disruptivas?
Pedro: Hay tres grandes apartados que deben tener en cuenta y trabajar. En primer lugar, todo lo relacionado con las relaciones interpersonales con los alumnos. Estamos relacionándonos continuamente con chicos y chicas, donde la interacción entre ambos es el cemento del aprendizaje, el cual permite que ellos te hagan preguntas y se interesen. En segundo lugar, los motores del alumnado, es decir, la motivación que tienen y el trato de sus emociones. Con mucha frecuencia solemos poner el foco de atención en su motivación sin darnos cuenta de que, como profesores, si cambiamos nuestra actitud y metodología, ellos cambiarán con nosotros. Por último, el aula, que es cómo enseñamos nuestra materia, la forma de evaluar, cómo tenemos organizado el grupo, etc.
En tu libro hablas sobre las conductas disruptivas que se suelen dar en el aula y que afectan a la relación entre profesor y alumno. Entre todas ellas me gustaría destacar una de las más frecuentes, entrar en discusión con un alumno delante del resto. ¿Es recomendable esta práctica?
Pedro: No, al final es un conflicto de poder, donde comienzas a discutir y entras en una espiral que va creciendo y cogiendo fuerza como un tornado que termina explotando. No solucionas el problema y, los puntos que mencionaba anteriormente, no se tienen en cuenta, por lo que desemboca en una mala convivencia dentro del aula. Es preferible llamarlo fuera, quedar con él o ella al terminar la clase o buscarlo en el recreo donde no tenga el apoyo del grupo, y hablar sobre el tema.
La familia, ¿qué lugar debe ocupar en la educación de sus hijos?
Pedro: La familia es imprescindible y el pilar fundamental en sus vidas. En el caso de la adolescencia es clave, porque es el momento en el que su hijo más les necesita. Es importante que estemos con él, que le prestemos atención y que le sirvamos de referencia, pero el camino hay que ir abriéndolo desde que son pequeños. Tenemos que ir desarrollando su autonomía, su capacidad de decisión y, sobre todo, establecer límites. Por otra parte, desde el centro no podemos echar a los padres. Si como tutor solo les llamo para darles malas noticias y hablar sobre los aspectos negativos de sus hijos, no van a querer volver más. Es bueno llamarles también para mencionar cosas buenas, cambios positivos que hayan dado.
Tras muchos años trabajando con padres ¿cómo has conseguido aumentar la participación?
Pedro: Hay numerosas fórmulas, pero en ocasiones hemos creado la figura del padre o madre delegado de curso. Hay padres o madres a quienes se les da muy bien conectar con otros padres y con los profesores, por lo que sirven de mediadores entre la familia y el centro. No es lo mismo que te llame un director, a que lo haga otro padre que pueda estar en tu misma situación y pueda comprenderte. También es importante que tenga presencia en diferentes comisiones dentro del centro, como puede ser el aula de convivencia. Contar con padres y madres que se preocupan, que dan buenas ideas o que hablan con los alumnos es un factor clave para el éxito.
Con los hijos o alumnos es fácil perder el control y terminar en discusiones, ¿cómo mantener en esos momentos tu autoridad sin caer en el abuso de poder?
Pedro: Como adultos sentimos que durante una discusión lo que está en juego es nuestro prestigio. Tenemos que hablar con ellos, hacerles entender que quieres hacer las cosas con ellos, no contra ellos. Es muy revelador interesarse por su opinión, preguntarles por lo que piensan acerca de un tema, pero evitando los juicios que hacemos como adultos y negociar acuerdos de compromiso por ambas partes. La clave es el diálogo, la participación y contar con la opinión de la otra parte.
¿Qué papel tiene la diversidad dentro de las aulas?
Pedro: El principal problema que tenemos actualmente es la dificultad de atender a toda la diversidad del alumnado, el sistema educativo no ha encontrado una fórmula adecuada para hacerlo. El ratio que existe por clase no facilita la atención individualizada. Pero tampoco hay que entender la diversidad como un problema, ya que de las diferencias de cada individuo se obtienen los mejores resultados como grupo. Utilizar diferentes metodologías de trabajo ayudará a que las diversas personalidades que conforman el aula puedan acceder al aprendizaje.
Los conflictos en la familia y en el aula son inevitables, lo que sí podemos controlar es cómo nos enfrentamos a ellos como adultos. Como bien menciona Pedro en su libro, los castigos no son eficaces, tan solo te dicen lo que no tienes que hacer, pero no te ayudan a encontrar la respuesta correcta.