Según datos del Ministerio de Educación recogidos en la Asociación Española de Superdotados y con talento para niños, adolescentes y adultos, en España hay 27.133 alumnos de altas capacidades (curso 2016-17). Esta cifra supone solo el 0,33% del total de alumnos matriculados, muy alejada del porcentaje de alumnos de altas capacidades estimado por los estudios más recientes (10%), lo que significa que la gran mayoría de estos alumnos siguen sin identificar ni atender. ¿Qué ocurre? Que sufren grandes problemas de adaptación y muchos dejan de estudiar por falta de adecuación de los programas a sus capacidades.
Ana Roa y Cristóbal Calderón han publicado un libro muy interesante que se llama Altas capacidades. Educando para el éxito, en el que apuntan las características más destacadas de las personas de altas capacidades y ofrecen pautas y herramientas para abordar su atención educativa y personal.
Hemos hablado con Ana Roa y Cristóbal Calderón para ver cómo podemos abordar el tema de las altas capacidades en las aulas. Y ambos están de acuerdo en que “el profesor tiene que asesorar, inspirar y orientar para que el alumno de altas capacidades busque sus propias respuestas y dejar que sea el protagonista para alcanzar sus propios objetivos”. Esto va muy en sintonía con lo que dice Eduard Punset sobre que “las formas de aprendizaje repetitivas, memorísticas estandarizadas, el aprender ‘empollando’ y los múltiples ejercicios idénticos, puede ser útil para el aprendizaje de los alumnos estándar, o para parte de ellos, pero resulta muy perjudicial para el superdotado”.
Lo más idóneo sería, por tanto, “que el profesor conociera herramientas de coaching”, señalan Roa y Calderón, porque con el coaching ayudan a los alumnos a “aprender a aprender”. ¿Puede un docente ser un coach? Los autores del libro dicen que sí si:
Los autores del libro insisten en que “el docente debe motivar al alumno. La motivación es el motor en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este sentido, no debe su valor únicamente a la transmisión de conocimientos, sino que además tiene que ser capaz de transmitir valores y actitudes positivas hacia la tarea educativa”.
También es necesaria una formación especializada, y en el libro, los autores destacan varios centros y cursos, como los de la Fundación El Mundo del Superdota (EMS), la Universidad Camilo José Cela, ADEIT, la Fundación UNIR, entre otros.
Pero es que no vale solo con trabajar las aptitudes intelectuales, para trabajar las altas capacidades es fundamental trabajar con la parte emocional también, porque las personas de altas capacidades “tienen un mundo interior muy rico y complejo en cuanto a emociones, cuentan con una capacidad emocional entre la que sobresale la alta sensibilidad”, nos cuentan Ana y Cristóbal.
Todo esto requiere un esfuerzo extra pero si, como dicen los autores en el libro, “la felicidad es el objetivo a alcanzar cada día” en las aulas, merecerá la pena. Te animamos a que seas un profesor entregado, motivado e ilusionado.
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